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Durante la media docena de años que siguieron a la guerra de 1967 se desarrolló una precaria situación de punto muerto. Israel retuvo inflexiblemente sus conquistas, mientras los árabes rehusaban negociar y aumentaba la actividad guerrillera. En tanto no se llegó al punto de ebullición, hubo escasa preocupación real en Occidente. Pero la Unión Soviética estaba mandando complejas armas a millares, acompañadas por expertos técnicos. E, inevitablemente, la caldera hirvió y rebosó.
Ficha técnica